¿Un "best seller" anónimo?
- Ministra Arlene I. Salcedo
- Jul 27, 2020
- 4 min read
Estudio bíblico: ECLESIASTÉS
Información general: Se le adjudica la autoría a Salomón ya que el autor no dice su nombre y establece haber sido un rey sobre Israel en Jerusalén (1:12), ser hijo de David (1:1), tener más sabiduría que nadie antes que él (1:16) y haber compuesto muchos proverbios (12:9).
Interesantemente, el libro es un soliloquio (el autor hablándose a sí mismo). Eso denota carácter reflexivo.
El título en español del libro proviene de las traducciones griega y latina, el término griego ekkle-siastes derivado de la palabra ekkle-sia, traducida "asamblea" o "congregación". El título tanto de la versión griega como de la latina deriva del título hebreo, la palabra griega koheleth cuyo significado es “quien convoca a una asamblea; orador”
El desarrollo del libro que tiene doce capítulos (recordemos que las divisiones de capítulo y versículo no pertenecen al autor, sino fueron instrumentalidades añadidas en 1553 para facilitar el estudio de la Biblia y citarla eficazmente) está organizado en cinco áreas mayores:
a. Los capítulos 1 y 2 cuestionan la validez de la vida, establecen que la vida es breve, pasajera y hablan de que todo es vanidad, vano, vacío.
b. El capítulo 3 establece que hay un tiempo para todo.
c. Los capítulos 4-8 expresan observaciones del autor sobre las desilusiones de la vida y sobre las desigualdades en la vida.
d. Del capítulo 9-12.8 el autor hace una disertación sobre cómo todos tenemos un común destino en la muerte, pues todos al final seremos polvo.
e. La parte final (12:9 -12:14) concluye que la felicidad solamente puede ser encontrada en Dios ya que la vida sin Él carece de sentido
Análisis: Inicialmente, el autor (quien se autodenomina “el predicador”) examina la vida desde una perspectiva un tanto pesimista. Hace un recuento de su vida, sus logros, sus posesiones y en esa retrospección analiza y se cuestiona si la vida vale la pena. Se percibe desilusión en su exposición cuando dice que “todo es vanidad”. Esa aseveración es muy poderosa y profunda.
Si todo es vanidad, entonces todo es nulo, vacío, sin importancia ni significado. Si todo es en vano, nada tiene valor ni sustancia, relevancia o trascendencia. Todo sería frívolo, hueco, inútil.
Nos dice el predicador que las cosas del mundo son pasajeras, transitorias, dan placer y alegrías temporeramente. Dice que “todo es vanidad y aflicción de espíritu”. Entre otras observaciones, nos indica que el trabajar en exceso también es vanidad, que se amasa dinero, pero no hay tiempo para disfrutar y nos exhorta a establecer una vida balanceada.
Reconoce que la sabiduría es mejor que la necedad, sin embargo, establece que la sabiduría es penosa pues mientras más sabios somos, más conscientes estamos de nuestra propia ignorancia. Observa que todos al final enfrentamos la muerte y nos volvemos polvo; todos somos iguales en la muerte. Sabio o necio, la muerte a todos llega y todos somos polvo.
El tercer capítulo es un tanto poético en su estilo y nos dice que hay tiempo para todo. Muestra la condición característica de la vida de ser cíclica, repetitiva. También nos da a entender que no podemos tener el control sobre todas las cosas, que las cosas pasan en su tiempo.
Luego de su autoreflexión, el autor nos insta a temer a Dios y seguir sus mandamientos. En este contexto, temer a Dios no es tenerle miedo, sino respetarle, adorarle, servirle y obedecerle. Temer a Dios es estar sujeto, sometido a Él, reconocer quién es. El predicador también nos invita a disfrutar la vida en el momento presente y ser agradecidos de los regalos que recibimos de Dios. O sea, debemos apreciar lo que por gracia nos es dado, ya que son presentes del amor de Dios para con nosotros. Los sabios consejos del autor incluyen también quitar el enojo del corazón y apartar la carne del mal (11:10). Nos dice además, que el dinero no satisface (5:10) ni garantiza la paz (5:12). ¡Qué profundo análisis y valiosos consejos nos deja el predicador!
El peso que tienen los argumentos del autor es sustancial. Quien lo tuvo todo en abundancia: honores, libertad, sabiduría, riquezas, prestigio, familia, súbditos, nos dice que nada de eso es suficiente para sentirse feliz y realizado. Nada de lo que el autor ha poseído es suficiente para llenar al ser humano. Reconoce que hay que disfrutar la vida, pero hace hincapié en que la vida solamente satisface cuando Dios es el centro de ella, cuando Dios tiene el papel protagónico.
El aire negativo y pesimista con el cual se inicia la introspectiva reflexión del autor va transformándose en uno de revelación divina sobre qué le da sabor a la vida.
Nos dice el predicador que la vida sólo tiene sentido y valor verdadero cuando ponemos a Dios en el primer lugar. Sólo Dios nos satisface plenamente, lo demás es vanidad, transitorio, irrelevante. Todo lo bueno viene de Dios. Nada bueno podemos producir o generar nosotros los humanos si estamos apartados de Dios, pues en el fondo, nuestros actos serían vacíos, sin significado. Seríamos como autómatas vagando por la vida.
El perfecto plan que el Señor tiene para nosotros incluye alegrías y penas, cada una con propósito. Si creemos en Dios nuestro sufrimiento será diferente al sufrimiento del incrédulo pues los cristianos tenemos una permanente alegría en el gozo del Señor y vemos una razón para cada evento de nuestra vida pues todo es parte de un plan divino. Tenemos en Dios, además consuelo para las penas y refugio para las adversidades, amor incondicional y esperanza.
Este corto libro debe ser leído por cada uno de nosotros. En el mismo, como en cada libro de la Palabra de Dios encontramos nutrición para el espíritu, sabiduría. Este libro de experiencias de vida analizadas cuidadosamente en espíritu y verdad es enriquecedor para el quehacer cristiano. Alabado sea el nombre de Dios, que nos ama y nos habla a través de sus siervos.

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