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De nuevo, por vez primera

Updated: Dec 9, 2020

El Padre Nuestro (Mateo 6:9-13 Reina-Valera 1960) es la oración más conocida y utilizada por los cristianos de todas las denominaciones. Sin embargo, a veces la misma es repetida de manera automática sin mayor reflexión o sin entender las poderosas palabras que el mismo Jesucristo nos legó. Hoy vamos a profundizar un poco en esta oración, para leerla de nuevo por primera vez.

Esta oración fue presentada por Jesús como un modelo a seguir, no era su intención que simplemente la repitiéramos a modo de autómata, pues en el mismo capítulo (versículos 6-7) te dice que ores en tu aposento y no uses vanas repeticiones. Vemos que también en el Evangelio según Lucas 11: 1-4, se repite una oración parecida al Padre Nuestro, pero no exactamente igual, lo que parece reiterar la interpretación dada de que se provee un modelo de oración, un ejemplo.

Analicemos, pues versículo a versículo esta singular oración.

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

Este versículo inicial establece relación de padre e hijo entre Dios y el que ora. Por lo tanto, nos indica que para pedirle como un hijo pide a un padre tenemos que haber sido salvos, o sea, haber aceptado a Cristo como salvador personal. El mismo versículo a su vez reconoce la grandeza de Dios y le adora. Aquí se observa, con la actitud de adoración que es necesario ir sumisamente ante el Señor (tener temor de Dios) reconociendo su posición de autoridad y protección sobre nosotros.

10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

La Biblia claramente expresa que el Reino de Dios es “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17) por lo cual sabemos que ahí disfrutaremos pleno bienestar reconociendo que la voluntad de Dios para nosotros siempre es buena. Este es una aseveración de confianza y sumisión.

11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Este versículo pide al Señor provisión diaria, no se trata de recibir para despilfarrar, ni pedir lujos o excesos. Se acude a Dios sabiendo que Él es nuestro proveedor y cuidador (Jehová Jireh).

12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Aquí condicionamos nuestro perdón a nuestra capacidad de perdonar.

13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Para entender mejor este versículo es importante considerar que la traducción de la palabra “peirazein” no es exactamente “tentar” sino que se refiere a probar, medir la fuerza. En este versículo le pedimos a Dios que nos conceda la fortaleza y la capacidad para no ceder a la tentación, que nos proteja del mal (aunque debe decir “líbranos del maligno”, refiriéndose a Satanás), que nos acompañe en medio de la prueba ya que Él tiene poder absoluto, suyo es el reino (justicia, paz y gozo), el poder (Dios es omnipotente) y la gloria (se reconoce humildemente la magnificencia del Señor) por todos los siglos (por siempre).

Como hemos visto, tenemos aquí un modelo a seguir al hablar con Dios, pero lo mejor es que tenemos libertad para hablarle al Señor con sinceridad, sabiendo que su amor, su gracia y su misericordia nos cubren.


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